20 de marzo de 2.018:
Un Año:
El Facebook acaba de chivarme que hace un año, un día como hoy, fue la fecha elegida para iniciar mi Sueño Viajero, que durante todo este tiempo y poquito a poco iría adquiriendo nueva forma, y convirtiéndose en lo que es hoy, mi Sueño de Vida Libre, la que llevo, la que vivo.
¡Un Año!:
¿Ya? Podría jurar que han pasado solo dos segundos.
¿Un Año?:
¿Solo? Y paradójicamente, también podría jurar que han pasado cientos de vidas.

¡Esta es la Mariu que se fue…!
La que su fue, ya no es la que está aquí hoy, en Mozambique, llena de arena, con el pelo más revuelto que nunca, y con la vista fija a ratos en el mar, y a ratos en la pantalla de ordenador, intentando ordenar su caótica mente para reducir en un texto las taintantas vidas pasadas desde aquel otro 20 de marzo.

La de un año después…
Hoy miro hacia atrás y siento que mi mochila pesa unos cuantos cientos de kilos menos, durante este año he soltado amarres, lastres, cargas, pasados, futuros, rencores, temores, miedos, incertidumbres, y apegos. Porque no hay nada como irte a miles de kilómetros de lo conocido, sola, sin ruta y sin fecha de vuelta para liberar cargas pesadas y quedarte con lo esencial.
Con lo único que puede viajar contigo. Tú.
Sin cargas, sin tiempos, sin pasados, sin presentes, sin futuros, sin nada, sin nadie. Solamente Tú.
México – Guatemala – Honduras – El Salvador:
Conocerme. Reconocerme. Aprender a compartir de verdad. Habitación, casa, momentos, intimidades. A vivir solo con mi mochila. A sentirme guapa sin peinar y tan solo a base de sonrisa. A vivir a días sin agua, a días sin electricidad, a días sola, a días celebrando la amistad con una cerveza caliente en bote sucio y una conversación hasta las tantas de las de vaciarse y llenarse a partes iguales. Aprender a decidir cada día, a organizar, a deshacer, a fluir, a improvisar.
Debo admitir que no fue fácil el proceso, mi mente europea que nunca le faltó nada de lo básico, de golpe y a días debía renunciar a todo, sin tener un lugar para escapar del mundo en esos momentos de agobio en que parece que todo sale mal. De tener un armario lleno de cosas, pasé a tener una mochila sucia que se convirtió en una casa de tan solo diez kilos, día a día y sin fecha de vuelta, y eso, lo cambia todo.
Durante este año volví a España sin saber muy bien por qué, aunque la respuesta llegó tan solo una semana después. Mi abuela de algún modo requirió mi compañía en el comienzo de su gran viaje. Ese que la llevaría muy lejos de nosotros unos meses después, y una vez se hubo asegurado que yo estaba donde debía estar para que todo fuese más fácil para mi.
Y estaba en África…
Justo donde estoy ahora. Aquí me vine para sorpresa mía y del resto del mundo. ¡Mi plan era recorrer Latinoamérica! Pero eso de escuchar a la intuición es lo que tiene, de golpe y porrazo te plantas donde menos te lo esperas y sabes, nada más llegar, que ese era el lugar que te esperaba desde siempre. Como África. Que estaba ahí, esperando por mí, con la paciencia de una madre que sabe que tarde o temprano el hijo díscolo volverá al hogar, volverá en el momento justo, volverá cuando tenga que volver.
Y llegué…
Llegué en el momento adecuado, con la mochila más ligera, con menos temores, menos dudas, menos miedos y más ganas de mundo que nunca. Porque yo contradigo al refrán y juro que las segundas partes siempre son buenas, digan lo que digan.
Si Centroamérica me enseñó, África me reafirmó, como mujer, como super-woman, como todo lo que elija ser.
Porque quizá un día os cuente que mi inglés no era bueno, y que tuve que sobrevivir a base de traductor, diccionario, señales y gestos en mis primeros momentos, y que a base de insistencia y persistencia conseguí mejorar, hablar, comunicarme, contar, reírme, disfrutar ¡y hacer amigos en inglés! Y viajar sola, y recorrer de momento Sudáfrica – Namibia – Zambia – Zimbabwe – Bostwana -Mozambique, ¡y lo que venga! cruzando fronteras, arreglando visas, llegando a todas partes, y todo eso en inglés. Porque querer es poder, y yo quería, ¡y he podido!
No, definitivamente la que se fue, no es la que está hoy aquí, en Mozambique, más libre, más liviana, más completa, más FELIZ.
Mi ruta sigue, al menos hoy, ¡quien sabe mañana! Me he convertido en la reina del libre fluir y del cambio como forma de vida.
Transformación, esa es la palabra que llevo tatuada en mi espalda. Y eso es lo que soy, hoy un poquito más que ayer y seguramente menos que mañana,
… O no.
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¡GRACIAS por adelantando por ayudarme en mi proyecto de vida!
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Cada vez que te leo, me reafirmo en laidea de que eres muy valiente, pero aparte de esto, eres además, decidida, dinamica, inteligente… una super mujer (lo siento, no se ingles) y sobretodo, tremendamente afortunada, no siempre querer es poder… Disfruto viendote disfrutar, con el pensamiento puesto en mi hija que como tú, quería vivir y a sus 42 años, tuvo que dejar de soñar con ser libre, bueno, si es libre, voló hace ahora siete y probablemente disfrute tambien contigo observando desde una nube como vives su sueño… Gracias por compartirlo y que yo pueda verlo.
¡Qué bonito mensaje Lidia! ¡Muchísimas gracias de veras..! Siento muchísimo lo que me cuentas de tu hija, creo que por esa misma razón debo disfrutar de la vida por mi, por tu hija y por todo esos lados que por una u otra razón querían y no han podido. Nunca se sabe lo que pasará mañana, pero sé que hoy tengo salud, ganas y fuerza, algo que desgraciadamente no todos tienen (salud), por eso mismo, sería un “pecado” no vivir hoy, y mañana, quién sabe que pasará mañana! ¡Un abrazo enorme!
Hola! Me gusta tu experiencia y agradezco que la compartas. Enhorabuena por tu valentía! Tengo una duda para los que como tu nos gustaría dedicarnos a viajar, como haces para permitirtelo economicamente? Como se puede hacer para dedicarse a viajar, con los costes de vuelos, etc que eso conlleva sin trabajar? Muchas gracias! Un saludo
¡Hola! Sobre ese tema tengo un post pendiente que debo escribir, lo haré pronto! 😉